12/3/15

La literatura


Para acercarnos a una definición de literatura podemos comenzar caracterizándola como un discurso creado para expresar algo diferente de las necesidades de comunicación habituales, como transmitir información, aconsejar o dar instrucciones.
A diferencia de otros discursos que usan la lengua solo para comunicar algo, el discurso literario la utiliza con una finalidad estética como un fin en sí mismo: la lengua se pone en primer plano orientándose hacia su propio mensaje. Lo importante para el discurso literario es la selección de las palabras y sus combinaciones, aprovechando todas las posibilidades de la lengua en lo semántico (por ejemplo, uso de metáforas), y en lo formal (por ejemplo, en la disposición libre de palabras sobre la página), y en lo fonológico (por ejemplo, hacer reiteraciones de sonidos). 
En los textos literarios generalmente se usa el significado connotativo, un significado secundario que se agrega al conceptual de las palabras (significado denotativo). El resultado de este uso es el significado evocativo, subjetivo y metafórico que el lector interpreta de acuerdo con su propia experiencia y punto de vista. 

Los géneros literarios

Tradicionalmente se establece que lo literario comprende tres géneros: el lírico o poético, el dramático y el narrativo.

"Siempre he pensado que la literatura no nació para dar respuestas, tarea que constituye la finalidad específica de la ciencia y la filosofía, sino más bien para hacer preguntas, para inquietar, para abrir la inteligencia y la sensibilidad a nuevas perspectivas de lo real . Pero toda pregunta de este tipo es siempre más que una pregunta, está probando una carencia una ansiedad por llenar un hueco intelectual o psicológico..."
Julio Cortázar, "La literatura latinoamericana de nuestro tiempo" Conferencia dictada en la Universidad de Berkeley, octubre de 1980.



La ficción 


Además de la finalidad estética, el discurso literario construye ficciones, construcciones lingüísticas que buscan presentarle al lector distintos mundos posibles, medios de conocimiento y de participación en una realidad inventada. Esto significa que todos sus elementos (los personajes, los hechos, el tiempo, el lugar) no son los del mundo real sino imaginario, aunque aludan a la realidad.
La ficción no es lo contrario de lo real, sino que es la representación de un mundo imaginado, y al emplearla se conoce metafóricamente un aspecto de lo real. Por lo tanto, el criterio de verdad o falsedad no es pertinente, ya que la ficción presenta un mundo con leyes propias, más allá de cuánto estas se acerquen o se alejen de lo que consideramos real.
Una de las características de la ficción literaria es el verosímil, la manera particular en que cada texto literario construye su ficción y la organiza para que los hechos narrados encuentren su propia justificación. Así, por ejemplo, en los cuentos maravillosos el lector acepta la existencia de hadas, ogros y demás seres imaginarios.


"No es la anécdota lo que decide la verdad o la mentira de una ficción. Sino que ella sea escrita, no vivida, que esté hecha de palabras y no de experiencias concretas. Al traducirse en el lenguaje, al ser contados, los hechos sufren una profunda modificación. El hecho real es uno, en tanto que los signos que podrían describirlo son innumerables. Al elegir uno y descartar otros, el novelista privilegia una y asesina otras mil posibilidades o versiones de aquello que describe: esto, entonces, muda de naturlaleza, lo que describe se convierte en lo descrito"

Mario Vargas Llosa, La verdad de las mentiras


"...a mi me parece que eso de contar y leer historias surge de la idea de enfrentarse con las formas de vida posibles que nunca podremos experimentar por la finitud de nuestra propia vida. Las letras dan coherencia al mundo y, como lectores, al emparejar las palabras con la experiencia, podemos identificarnos con las experiencias de otros, o podemos prepararnos para vivir esas experiencias o simplemente nos enteramos de las experiencias de otros que nunca podremos vivenciar y que por fortuna han dejado escritas"

Alberto Manguel, Revista Ñ, 18 de octubre de 2008

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