Mester de juglaría
Se llama mester de juglaría (trabajo de juglares) al conjunto de poemas épicos que constituyen la poesía primitiva española. Esta poesía se distingue por su carácter narrativo y popular, y es por el valor de su obra más representativa, el poema de Mío Cid, el género más importante de esta primera época de la literatura castellana.
Los encargados de difundir los primitivos poemas de gesta, fueron los juglares, pues no existía aún la imprenta, y las obras de carácter popular se divulgaban mediante la recitación de las mismas. La palabra juglar proviene del latín iocularis, de iocus, juego, Alegría. Los juglares eran, pues, los que alegraban al público con sus recitaciones, músicas o juegos de entretenimiento, ingenuas y pintorescas diversiones, muy frecuentes en aquellos tiempos. Había juglares de toda condición, desde los que amenizan las fiestas en los palacios de los reyes y grandes señores, hasta los que entretenían al pueblo en las plazas de los mercados o en los más humildes mesones.
El repertorio de los juglares estaba formado por las gestas o cantares de gestas (del latín gesta: hazaña) estas eran largas narraciones en verso, en las cuales se contaban las hazañas de Los héroes nacionales, sus caracteres principales son a) eran populares; b) tenían fondo histórico; c) eran realistas, es decir, carecían casi por completo de elementos fantásticos o inverosímiles; d) se transmitían oralmente, y e) tenían carácter nacional.
Las canciones de gestas presentan una métrica muy regular. Predominan los versos de 14 ó 16 sílabas pero también los hay de otras medidas. En la acentuación, son asimismo irregulares. Son, pues, de una estructura primitiva aunque no sabemos a ciencia cierta si eran así originariamente, cuando los compusieron sus autores o se han sido los juglares quienes de tanto repetirlos, fueron deformando sus versos. La versificación de estos cantares es, pues, irregular, tanto en la métrica como en la rima, estas última, asonante.
Desconocemos los nombres de los autores de las canciones de gesta. Lo mismo ocurre con las obras primitivas de otros géneros: el teatro, la novela, etc. Obras de valor extraordinario en las letras castellanas, como la Celestina, son asimismo anónimas, o, por lo menos, de problemática atribución. Debieron ser escritas por personas de gran talento ilustración, y divulgadas en forma de recitación por los juglares
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